Respondo al reciente artículo publicado en el Tribune "Los legisladores vuelven a enfrentarse a los problemas de financiación" del 16 de enero en relación con el debate sobre la estructura de la primera junta de educación electa de la historia de Chicago.
Me llamaron especialmente la atención los comentarios del presidente del Senado de Illinois, Don Harmon, en los que indicaba que está esperando una "dirección clara" del alcalde de Chicago, la Unión de Maestros de Chicago y las Escuelas Públicas de Chicago antes de seguir adelante con la propuesta del Senado de que los 20 miembros de la junta sean elegidos por periodos de dos años en noviembre o la propuesta de la Casa de Representantes, que tendría 10 miembros electos en noviembre y autorizaría al alcalde a nombrar a 10 miembros y al presidente de la junta en diciembre.
Aunque entiendo que Harmon busque la opinión de estas voces, su confianza en ellas por sí solas comete el mismo error que nuestra ciudad ha estado cometiendo. Este planteamiento deja al margen a quienes más tienen que ganar o perder en esta enorme transición de gobierno: los padres y los estudiantes.
La historia de la educación pública en Chicago se ha visto manchada por decisiones tomadas sin la suficiente participación de los más afectados: las familias de CPS. Se suponía que la creación de una junta de educación electa corregiría esta desconexión, aportando representación democrática y la voz de las familias a un sistema que durante mucho tiempo ha sido criticado por su enfoque verticalista. Sin embargo, el debate actual parece estar siguiendo el viejo libro de jugadas: mantener las voces de las familias fuera de la sala de toma de decisiones.
Los legisladores de Springfield deben recordar que han sido elegidos para representar a todos los residentes, no sólo a unos pocos poderosos. Durante décadas, las familias han abogado por tener voz en el gobierno de CPS. Las familias son la base del sistema educativo de nuestra ciudad, no los políticos ni los burócratas. Su exclusión de esta conversación no sólo es una oportunidad perdida para una toma de decisiones más rica e informada, sino que también es contraria a los principios mismos de la gobernanza representativa.
Mientras estamos al borde de este cambio histórico en cómo gobernamos nuestras escuelas, nuestros líderes electos deben reconocer que las familias no son sólo receptores pasivos de las políticas educativas, sino también participantes activos y esenciales en darles forma.
Pedimos a Harmon y a nuestros legisladores estatales que busquen las opiniones y preferencias de las familias de CPS antes de tomar cualquier decisión. No repitamos los errores del pasado. Traigamos a las familias a la mesa.
— Blaire Flowers, presidente del Grupo de Trabajo de la Junta de Educación Electa de Kids First Chicago
Esta carta al editor apareció en el Chicago Tribune 29 de enero de 2024.